martes, 26 de enero de 2016

25 de enero de 2016

Hola, querido diario. Hoy no tengo mucho tiempo para hablar contigo pero aún así quiero contarte cómo va mi vida. Te cuento que hoy boté mi celular, estaba en clase y sin darme cuenta salí sin él. Cuando volví a buscarlo, ya no estaba. Es una sensación extraña porque uno se apega mucho a esos aparatos pero lo veo como una oportunidad de mejorar mi vida, de cambiar algunos hábitos que me estaban perjudicando.

Creo que la razón principal de esta entrada, como muy seguramente habrás adivinado, no era contarte acerca del celular sino acerca de una mujer. Sí, otra vez estoy sufriendo por alguien. En realidad no estoy sufriendo, solamente es un poco de ansiedad. Pero de todos modos, siento que esta noche no voy a poder dormir por estar pensando tantas cosas.

Esta vez quiero ser más que sincero contigo. En algunas entradas anteriores trataba de "maquillar" las palabras, quizás por miedo a mis mismos sentimientos o quizás por tratar de decirme que "todo estará bien". Quizás también lo hacía por lo que pensaran los lectores a pesar de que esto es anónimo. En fin, en esta entrada quiero contarte un poco de todo lo que tengo adentro.

Es alguien que conocí la semana pasada mientras almorzaba con mis amigos. Por casualidades de la vida, los siguientes tres días la encontré dando vueltas por la U y como ninguno de los dos tenía muchas cosas por hacer, nos poníamos a estudiar o a charlar. Siempre que estaba con ella me sentía diferente, por alguna razón me sentía más bobo, como si estuviera atontado ¿Intimidado, quizás? No sé qué tiene ella pero sí, la sensación era diferente, como si no hubiera de por qué preocuparse de las cosas. En ese momento no sabía si me gustaba o qué, incluso, no lo sé en este momento a pesar de no dejar de pensar en ella.

No sé qué hacer, en verdad. No quiero enfocarme en su apariencia física, porque bien bonita sí es, sino en esa sensación rara que ella me trasmite, siento curiosidad por saber por qué siento lo que siento. Te cuento que mientras pensaba en ella, se me vino a la cabeza un poema de Mario Benedetti, ese que se llama Hagamos un Trato. Me gustaría entregárselo en una carta, así bien bonito y con buena caligrafía, en caso de que suceda algo entre los dos.

No siendo más, me retiro. Gracias por estar siempre disponible.