martes, 31 de marzo de 2015

30 de marzo de 2015

Querido diario, hace mucho tiempo no hablo contigo. Pareciera que sólo acudiera a ti cuando tengo problemas. Quiero contarte que mi vida ha tomado un giro interesante; entré a una nueva universidad. Me ha ido más que bien en el tema académico. Mi promedio está por encima del 4, cosa que me pone muy contento ya que en la otra universidad lo máximo que pude obtener alguna vez fue un 3,75. Estoy contento también porque estoy participando activamente en el grupo de investigación en robótica de la universidad y ya varios profesores y monitores me conocen. Estoy contento también porque he encontrado buenos amigos. Amigos de algún modo diferentes a los que tenía antes. Amigos con los que sé que puedo contar. Y es por esto que también te escribo, por una amiga, por alguien por quien estoy sintiendo algo más que una simple amistad.

Me parece conveniente contarte todo desde el comienzo para que puedas contextualizar la situación. Todo comenzó en el bus que me lleva a la universidad. La vi al otro lado del bus y, pues, no lo niego, me pareció una niña bastante bonita. No fue amor a primera vista ya que no creo en esas estupideces pero sí me llevó a tomar la determinación de conocela mejor. Sabía que podía hacerlo porque estoy viendo el nivel más básico de matemáticas con ella. Casi como una semana después nos quedamos charlando después de clase y ahí fue donde nos empezamos a conocer. Debido a las circunstancias, decidimos quedarnos estudiando después de clases. Fue en esos momentos cuando me di cuenta que ella no sólo era un par de ojos bonitos sino que también era muy pila. Era su actitud y su forma de ser lo que más me gustó de ella. Todo iba muy bien, sentía que tenía todo bajo control hasta que sucedió algo que realmente no me esperaba. Me contó que tenía novio.

Fue decepcionante saber que ella ya tenía a alguien más. Fue duro porque por un momento pensé que había encontrado a alguien a quien yo entendía y, que a la vez, también me entendía. Alguien a quien yo podía ayudar y hacer feliz. Alguien que planteaba un reto intelectual para mí. Alguien con quien yo podía ser yo mismo sin estar pensando en lo que los demás dijeran de mí. Pero no, nada en la vida es perfecto.

Debido a lo anterior, decidí seguir mis principios y todo lo que se me había enseñado. No me alejé de ella pero si me prometí a mí mismo no conquistarla. Mi vida se basa, más que todo, en la creencia popular del "No le hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti". No me gustaría tener novia y que otro tipo esté tratando de quitármela. Como te conté, no me alejé de ella; es más, nos volvimos aún más cercanos. Siempre nos íbamos juntos para la casa en el mismo bus después de que terminábamos de estudiar. Además, me hice amigo del novio y por esta razón, ella me comenzó a contar los problemas que tenía con él.

Es una situación difícil porque el hecho de que no decidiera conquistarla no significaba que no me siguiera gustando. Es difícil porque el novio ya no la trata con el mismo cariño que le tenía antes; ahora es frío con ella y ya casi no están juntos. Imagínate lo que pensaba yo en esos momentos cuando me estaba contando sus cosas. Es difícil también porque en mi grupo de nuevos amigos, hay un muchacho que también gusta de ella. Él sí está tratando de conquistarla a pesar de que sabe que ella tiene novio. Me parece una jugada sucia. Cabe aclarar que no tengo mucha confianza en el muchacho porque él llevaba casi tres años con la novia y decidió terminale sólo porque Paula*, mi amiga, le gustaba más. 

En fin, es una situación muy rara e irónica porque le he dicho a ella que luche por la relación que tiene con el novio a pesar de lo que le dicen los demás amigos y a pesar de que ella me sigue gustando. Lo hago más por el hecho de que no sería acorde con mis principios decirle que termine con el novio para yo poder empezar a conquistarla. Además, también lo hago para que el otro muchacho no tenga más oportunidad con ella.

Debido a que estoy comenzando una nueva etapa de mi vida, he querido ser sincero con las personas. He hablado con Paula* acerca de lo que siento por ella y le he hablado acerca del porqué de mis actitudes. Uno pensaría que después de confesarle a una persona que uno gusta de ella, dicha persona salga corriendo y cambie de actitud, ¿no? Pero no, con Paula* las cosas siguieron igual, como si nunca hubiéramos tenido esa conversación.

Realmente no sé qué hacer. El problema no sólo es mio, ni lo que el otro muchacho está haciendo. El problema también es la actitud de ella. Siento que a los dos nos maneja con un solo dedo. Nos tiene ahí y no nos deja ir. Al otro muchacho lo tiene muy ilusionado pero no le da nada concreto y a mí tampoco me dice nada específico. No sé qué hacer. Me he propuesto a mí mismo no seguir en la misma tónica pero me es casi imposible no estar ahí para ella. Quiero ayudarla y sé que los dos podemos llegar a tener algo especial. Cuando pienso en lo que podemos llegar a ser, se me viene a la mente varias partes de una canción de Regina Spektor llamada Us. No quiero pensar que sea interés, no veo motivos suficientes para decir que sea esa la causa del problema. Tampoco sé cómo manejar la situación, no voy a cambiar mis principios sólo porque una mujer me gusta mucho.

Y bueno, ya. Creo que es la entrada más larga que he escrito. No sé ni qué más poner, quizás hayan muchos vacíos en la historia pero es que no es fácil resumir dos meses en una entrada. No sé cuando vuelva a escribir. Me conozco tan bien que sé que si digo que publicaré pronto, no lo haré. Me gustaría saber qué piensas, querido diario. Te dejo, que disfrutes el resto de la madrugada.