lunes, 22 de abril de 2019

21 de abril de 2019

Hola, hola. ¿Cómo vas? ¿Qué tal te trata la vida, querido diario?

Mira que tengo un dilema. Quiero contarte cómo me ha ido; estoy bastante animado y siento que tengo la motivación pero también quiero dedicarle un tiempo a Dios para hablar con Él. También estoy considerando si debería escribir en otro momento porque mañana tengo que madrugar y de por sí, ya es bastante tarde.

Pero bueno, ya qué carajos. Ya estoy escribiendo por acá.

Te cuento que acaba de pasar la Semana Santa. Estuve donde mis papás toda la semana. El jueves y viernes salimos de viaje a varios pueblitos que no conocíamos. Todo estuvo espectacular. Viajamos a un sitio entre montañas; la vista era increíble y la pasamos delicioso.

El resto de la semana estuve en la casa y casi no salí. Creo que ya te había contado antes pero la rutina es siempre la misma: levantarse, ayudar a mi mamá con el aseo de la casa y el almuerzo y luego de eso sí descansar. No me gusta mucho ir por allá porque siento que pierdo mucho el tiempo. Siempre me la paso encerrado porque no conozco a nadie de por allá y termino durmiendo toda la tarde. A veces preferiría quedarme en la capital porque tengo con quién salir y tengo más cosas para hacer. Además que si quisiera adelantar algún proyecto que tengo por ahí, me es más fácil conseguir los materiales acá que en donde mis papás. La verdad es que no tengo claro en este momento la razón por la que voy. Quizás sea rutina y lo que se espera de mí.

Iba a contarte más cosas pero se me hizo re tarde. Sorry.

Mañana te cuento más. O bueno, eso espero.