sábado, 17 de diciembre de 2016

17 de diciembre de 2016

Querido diario, ya es de madrugada y necesito dormir pero antes voy contarte lo que ha pasado en estos días.

Te cuento que mi abuela falleció el domingo en la mañana. Realmente no sé cuál fue la causa de su fallecimiento pero creo que fue una falla respiratoria. Y me parece extraño, ahora que lo pienso, que no sepa cuál fue la causa por la cual se murió. El caso es que me siento tranquilo porque sé que mi abuela está ahora en un mejor lugar y que no está sufriendo. Sé que ahora está con Dios y que gracias a ella, y a todo lo que pasó el fin de semana, tengo más confianza en él.

También te cuento que estoy nuevamente en la capital. Vine porque quería reclamar la nota de circuitos personalmente. Era la única materia en la que necesitaba nota pero gracias a Dios saqué exactamente lo que necesitaba y pasé. Vine también porque el apartamento está muy desordenado y tengo que ordenarlo.

Te cuento que no sé que hacer con Lina*. Hemos tenido nuestros altibajos; unas veces peleamos y dejamos de hablar y otras veces es como si nunca hubiera pasado nada entre los dos, como si fuéramos los mejores amigos. Esta semana nos hemos visto varias veces: en la universidad, para reclamar notas; también porque la invité a comer ya que hace poco había sido su cumpleaños y porque fuimos a ver, con algunos amigos del grupo, el alumbrado navideño.

No sé que hacer con ella. O bueno, sí sé pero no lo quiero aceptar. Sé que ya tiene algo con Andrés* y además también me dijo que sólo podemos ser amigos. ¿Por qué me es tan difícil aceptarlo? Quizás las vacaciones llegan en un buen momento, para no verla tan seguido y así olvidarme de ella.

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