martes, 19 de abril de 2016

19 de abril de 2016 Parte I

Querido diario. Me siento extraño, me siento mal. No tengo ganas de nada. No sé ni qué escribir. Sólo quiero escribirte para dejar constancia de esto que estoy sintiendo. Tengo una rabia reprimida que agh, no sé qué pensar. Escribiré acá por inercia y dejaré salir toda la diarrea mental que tengo adentro. Quiero contarte lo que ha venido sucediendo desde hace algún tiempo.

Para empezar, quiero contarte que en esta historia hay tres implicadas. Una de ellas, a quién llamaré Laura*, estudia conmigo electrónica y la conozco desde el inicio de la carrera. La segunda, a quién conozco desde este semestre y está conmigo en la clase de Cálculo Vectorial, la llamaré Natalia*. A la tercera, que conocí también este semestre en clase de Física, no le pondré nombre porque no es relevante. O bueno, no sé. Para más claridad de esta entrada, la llamaremos Ana*.

Como te contaba en la entraba anterior, desde hace poco he venido experimentando muchos cambios. Uno de ellos es que ando con estas tres mujeres. Antes me parecía terrible andar con más de una, mis principios morales y los valores que se me han inculcado no me lo permitían. Ahora no siento ningún sentimiento de culpa. Me imagino que debe ser porque, en el fondo, no le estoy causando daño a ninguna de ellas, o eso es lo que quiero creer. 

Continuando con el tema, Ana* no es muy importante para historia pero igual hace parte de ella. Es muy bonita. Bueno, en realidad las tres son muy lindas pero a la vez son muy distintas. A ella la conocí en clase de Física y no por casualidad. Me fijé en ella la primer semana de clase y me propuse encontrar alguna manera de hablarle. Ana* siempre se sentaba al lado de otra muchacha que se sentaba en el puesto que estaba detrás mío. Pasaron dos o tres semanas en las cuales sólo intercambiábamos el saludo y ya. A la tercera o cuarta semana de iniciadas la clases, la profesora dejó un taller para hacer de a parejas y le dije que nos hiciéramos juntos. Desde ese entonces, siempre nos sentamos juntos en la clase y hacemos los talleres de a parejas juntos.

El problema con Ana* es que no me sigue el juego y por eso digo que es la que menos importa por ahora. Nos hemos reunido ya varias veces para estudiar y para terminar los talleres... Querido diario, quiero hacer una pausa aquí en este mismo instante. Mientras escribía esto me dí cuenta que es mi culpa que ella no me siga el juego porque nunca le he dicho nada directamente, ni siquiera le he insinuado cosas como sí lo he hecho con las demás. Lo único que le he dicho es que nos reunamos a estudiar, cosa que sí ha servido porque ella ha mejorado sus notas y este corte (o periodo académico, como lo quieras llamar) no lo perdió. Te cuento que ganas de invitarla a comer helado no me han faltado pero me da como cosita porque nuestros horarios casi nunca cuadran además que ella no vive en la ciudad sino en un pueblo cercano. Pero bueno, no sabré nunca qué habría pasado si no lo intento. Quizás le proponga salir cuando la vea de nuevo.

La entrada está súper larga así que la dejaré hasta acá. En los días siguientes te contaré más acerca de Laura* y de Natalia*. La historia es un chicharrón completo así que espero que no te pierdas. Cuídate, querido diario, hasta una próxima oportunidad. 

2 comentarios:

  1. Buenas noches, llevo leyendo tu blog hace un par de meses largos, quizás un año. Te escribo sólo para decir: No, no es una pérdida de tiempo, como escribiste.

    Escribir en un blog, para personas extrañas, es algo bastante curioso, acercarse a miles de personas a través de las letras, cosa que tal vez no sea posible personalmente así uno sea una persona demasiado social... Quizás crees que nadie te lee, pero he aquí una prueba de que sí.

    Y bueno, no hay que verlo sólo desde un aspecto social, también estás haciendo catarsis, estás explorando tu lado creativo con las letras, conociéndote aún más ...

    Y ... bueno, no sé, feliz noche, feliz madrugada ... cual sea la hora que leas esto, un saludo desde el otro lado de la pantalla.

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    1. Oye, qué chévere tu comentario. Tu escritura se me hace muy parecida a la mía: las comas, el "y bueno", el "no sé" jaja. Siento como si me estuviera leyendo a mí mismo.

      Muchas gracias por leer. Me motivas para seguir escribiendo.

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