martes, 7 de junio de 2016

6 de junio de 2016

Querido diario, me siento como medio vacío. Me siento como si no le importara a nadie. Odio sentirme así porque qué mamera. Cuando estoy así, me siento insoportable y prefiero alejarme de las personas porque no quiero contestar de mala manera y porque de alguna manera me cuesta mantener el contacto visual.

No sé qué fue lo que me dio, en serio. Hace unos minutos estaba tan normal y agh, me dio este desespero. Es como pensar muchas cosas al mismo tiempo y tratar de entender el porqué de todo eso. Andaba escuchando Volveré, de Diego Verdaguer, y no sé, me dio la maricada. Y no sé ni siquiera para qué me estreso, ya pasaron las cosas y no puedo cambiar nada de eso que pasó. 

A veces miro la última conversación que tuve con Natalia* y pienso: ¿Por qué se puso brava? ¿Por qué le molestó eso que yo le escribí? O sea, en serio que no lo hice con mala intención pero ella se empeñó en verlo de esa manera. He hablado con Lina* acerca del tema y ella me dice que no le vuelva a escribir a Natalia*, que yo no me merezco que ella me trate de esa manera, que yo ya hice lo necesario por ella y que si Natalia* no quiso aprovechar, que es problema de ella. 

Y pues sí, Lina* tiene razón. ¿Para qué me estreso? Y es que ni siquiera me agradeció cuando pasó Vectorial. En realidad ella no pasó sino que el profesor le ayudó porque le subió la nota de 2.98 al 3; pero si no hubiera sido por mí, nunca habría sacado ese 2.98. Siempre que había un ejercicio para presentar, le explicaba cómo hacerlo para que pudiera ganar décimas adicionales y además, siempre la invitaba a que estudiara conmigo y con Andrés*. Incluso, alcancé a tener problemas con Andrés* porque a él no le gustaba que Natalia* estudiara con nosotros. Él decía que Natalia* era muy chévere para hablar mierda, que con ella el tema nunca se acababa pero que con ella no se podía estudiar. Y muchas veces lo dejé a él solo por estar con Natalia*. 

Además de todo esto que te cuento, aún sigue existiendo Laura*. El curso intersemestral comenzó el 1ro de junio y desde ese entonces nos hemos visto dos veces, incluso, mañana tengo pensado verme con ella en la U. La relación de los dos es como curiosa porque sé que me aprecia mucho, pero hasta ahí, nada más. A veces me llama o me escribe pero no para preguntarme cómo estoy o qué he hecho sino para que le solucione las dudas. Y realmente no me molesta, me gusta que al menos me tenga en cuenta para eso pero no sé si lo hace por interés o qué. 

Hace un tiempo, Laura* me dijo que quería tener un detalle conmigo porque yo había sido muy bueno con ella; ese detalle que quería tener conmigo era que quería comprarme una camiseta. Y no me había vuelto a decir nada de ese tema sino hasta el viernes pasado, que me volvió a preguntar si al fin sí quería la camiseta o si quería algo más. Y es que me lo dijo de una manera que me dejó sorprendido, fue como si estuviera esperando el momento adecuado pero como no lo encontró, decidió decírmelo así no más. 

Y no sé qué hacer con las dos. Por un lado, me parece bien que Natalia* no me hable más porque así me podría olvidar de ella y enfocarme sólo en Laura* y por otro lado, es muy triste porque, pues, siempre le dicen a uno que luche por lo que quiere, que el que persevera alcanza, que las cosas fáciles no valen la pena pero si Natalía* no quiere, ¿qué le puedo hacer yo? Y además que es decisión de ella y yo tengo que respetar eso.

Muchas veces he pensado en qué es lo correcto pero no encuentro respuesta... La psicóloga que tenía antes me decía que yo soy perfeccionista, que yo siempre trataba de hacer muchas cosas al tiempo y que siempre trataba de que todo quedara bien al primer intento. Y sí, ella tiene razón, así no se puede. Tengo que dejar ese temor al fracaso y aprender a equivocarme. 

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